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Dilemas cerebrales

Dilemas cerebrales

29 agosto 2020

A los del servicio técnico de Neuralife:


No voy a enviarles más sensomails con insultos a medias. Este chip de ustedes, por más dañado que esté, sigue siendo efectivo en impedirme decirles adónde pueden irse, manga de… Sé que pedí la implantación cerebral con el programa «Sofisticado y bien educado», pero mi interés era acercarme a hombres, no el tener problemas en hacer un reclamo.

Voy por el quinto divorcio, con o sin su plaquita instalada en mi cabeza, así que ya sé que no sirvo para las relaciones. Pero cuando quise darme de baja y ustedes me ofrecieron el programa «Candidato ideal para oficinas en Marte», volví a caer en la trampa. Soy un...

Ahora solo pienso en trabajo. Y sigo sin poder insultar. Sin embargo, no es por eso que escribo:

Fue anoche, en medio de esa delicia que es el límite entre el dormir y estar despierto, con mi almohada bien mullida y sábanas que no emiten ningún tipo de estática. Una voz empezó a hablar, dentro de mi cabeza. Era muy suave, incluso sensual.

—¿Te gusta? —dijo, una y otra vez—. ¿Tendrías el valor de usarla?

Del susto, desperté. Pensé que mi canal de porno cerebral había vuelto y traté de sintonizarlo. Pero no. ¡Si ustedes lo reemplazaron por «sea empleado del mes»!

No fue un sueño. No.

Si hoy, en plena siesta en el baño de la oficina, la voz regresó. Esta vez, con imágenes muy claras de lo que ofrecía. Era una máscara metálica, con una expresión terrible. Brillaba. Me ofrecía tener a la mano todo lo que yo deseara, sin necesidad de chips ni ninguna otra mier… Y me pidió a cambio ¡solo una suscripción mensual de mil Rys!

¡Era spam! ¡Su Neurachip ya ni es efectivo contra eso! Así que escribo ahora para que quede registrado, por si no salgo de ésta. Voy a sacármelo como sea, no me importa. No quiero más nada. Solo quiero volver a ser yo mismo. Y, si sobrevivo a esta locura, lo primero que haré será insultar. Voy a decir todas las chanchadas que se me ocurran, todas las que recuerde. ¡Y los voy a mandar a ustedes a…!

Sensomail cortado, por exceso de caracteres.

Envío finalizado.

***
Relato escrito a partir del Argumento 5 del Reto juevero de esta semana, propuesto por El Demiurgo de Hurlingham. No quería perdérmelo, pero siempre llego los sábados re tarde a sentarme a escribir. Espero entrar, pero si no igual ha sido muy divertido este reto. Además, me inspiró un poquito la noticia del chip cerebral anunciado por Elon Musk. Vaya a saber lo que nos espera en el futuro. La realidad se parece cada vez más a Black Mirror.
Voy a darme una vuelta por los relatos del resto.
Metálica soledad

Metálica soledad

23 agosto 2020

Ella me lo advirtió. Yo solo reí. «Amor, el ascensor me ha hablado hoy. Usemos las escaleras desde ahora». «Es muy raro. ¿Para qué tantos departamentos vacíos? ¿Cómo es que nunca encuentro a nadie en los pasillos?» Ahora todo tiene sentido. Cuando el apuro de esta mañana me hizo entrar en el cubículo de metal, supe que no volvería a salir. Han pasado días, aún no llego a la planta baja y esa vocecita del techo no para de buscar charla.


Las palabras para el reto de este mes:  Para, todo, ella.

Microrrelato escrito para el reto Cinco líneas de agosto de Adella Brac. Basado en un mensaje que recibí de mi novio, avisándome que no usara el ascensor que habla de nuestro edificio, porque parecía que se quedaba estancado más que el otro, que no tiene voz. Es algo cotidiano, es verdad, pero por un instante lo leí como algo de ciencia ficción y me pareció divertido.
La pared roja

La pared roja

16 agosto 2020

Estaba en la enorme habitación de la planta alta, pincel en mano, frente a la pared. Los dibujos, delineados en lápiz sobre el blanco, daban la pauta a seguir. Paisaje veraniego, el mar de fondo, cabañas flotantes de techos puntiagudos, palmeras... muchas palmeras.

«¿Quién en su sano juicio pinta esta mierda en su casa?».

En la ventana, el sol iba haciendo el descenso temprano, para dar paso a las sombras y el frío.

Él no tenía reloj, pero sabía que la noche cubriría pronto sus ganas de hacer algo productivo.

Se encogió de hombros, echó el pincel dentro del bote amarillo de pintura y encendió un cigarrillo. El frío empezaba a hacerse más intenso. Pensó que, a lo mejor, pintaría de rojo esa pared. Nada de dibujos. Decidió que una estufa junto a la puerta le vendría bien. A lo mejor, se mudaría esa semana. ¿Cómo lo tomaría Leandro? ¿Cómo le diría que no quería que viniese con él? ¿Cómo…?

Un chirrido en el piso de abajo lo sacó de sus pensamientos. No había duda, eso era el sonido de pasos sobre el piso de madera. ¿Cómo habían abierto la puerta? No había oído vidrios rompiéndose, ni la pesada puerta del ingreso abriéndose. Solo sus propios latidos, ampliándose, subiendo la frecuencia.

Se armó con el palo de escoba y enfrentó las escaleras. Bajó cada peldaño, nunca supo cómo, si cada pierna temblaba como gelatina. Y el frío de esa casa parecía empeorar con el atardecer, si hasta creyó ver que su aliento formaba una pequeña nube blanca frente a su cara. Al pisar el suelo de madera de la planta baja, ya tiritaba.

—¿Quién anda ahí? —gritó, con la esperanza de alertar al intruso para que huyera lo más rápido posible. En dirección opuesta a la suya, por supuesto.

Silencio. Nadie respondió. Nada se movió.

«¿Lo habré imaginado?»

Entonces, un ruido mucho más potente lo hizo pegar un salto. Aterrado. Había alguien más, pero arriba, en la habitación de la planta alta. En una explosión de adrenalina, olvidó el miedo y corrió por las escaleras con la escoba bien aferrada. Llegó y volvió a quedar helado.

No había nadie más que él en la casa. Las ventanas cerradas, las puertas con llave. El sol daba su último adiós afuera, por lo que él tuvo que encender la luz. Así vio que, encima del dibujo a lápiz que él había descartado minutos antes, alguien había escrito en pincelazos amarillos.

NADA DE PAREDES ROJAS EN ESTA CASA, CARAJO.

***

Había que incluir las siguientes palabras: 
Noche, Pincel, Chirrido, Amarillo, Planta.
Disfruto mucho estos desafíos, me dan ideas que no tendría de otra manera, así que muchas gracias a Roxana por estas propuestas. Sé que voy atrasada con las semanas, pero planeo hacerlas todas. 
A los que pasen a leer, espero que se entretengan con esto tanto como yo lo hice al escribirlo.

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Los muertos no dan besos

Los muertos no dan besos

08 agosto 2020

Abres los ojos y aún está oscuro, pero sé que has podido verme. Tus pupilas se han puesto enormes, te has sentado en la cama y, por el temblor en tus brazos, estás aterrado. Pero no voy a moverme. No, a pesar de que seas lo que más quiero tener en el universo.

Voy a lograr que vengas a mí.

Algo de mi aliento gélido ha convertido el aire alrededor de nosotros en una nube espesa, blanca. La luna, desde la ventana, intenta saludarnos y mostrarnos que las agujas del reloj se han detenido. No es necesario. Ya lo vas a notar, querido.

Son las 3:13 y no deberías estar despierto. Pero lo estás.

Es el año 2057 y yo no tendría que seguir en este mundo. Pero aquí estoy.

Te necesito. Veo la nuez de Adán en tu cuello moverse al tragar saliva y deseo recorrer tu cuello con mis… lo siento, no me he presentado. Perdón. Mi nombre es…

No huyas. Deja que te lo explique. Quiero compartir este misterio contigo, quiero que seas dueño de la eternidad como lo soy yo. Ven a mí, solo será un momento. Y no, no estoy muerta. Los muertos no dan besos.

Abrázame y deja que tome algo, a cambio de un secreto que vale millones. Te voy a dar el regalo más hermoso, te voy a hacer libre, hermoso, poderoso. Dime que sí. Ven a mí.

Sé que es extraño, nunca dije que en mi pecho siguiera latiendo ese músculo inútil de ustedes. No es mi sangre la que corre por mis venas antiguas. El vacío en mi pecho es grande como cualquiera de las estrellas que ni siquiera llegas a apreciar, titilando en el fondo de aquella ventana congelada. Lo siento, no ves el exterior ahora, la habitación entera se va a cubrir de hielo en cualquier momento.

Sálvate conmigo, déjame entrar en tu cama. Dime que sí.

Verás, no estoy mintiendo. Es que tampoco estoy viva, lo admito. Pero nunca dije que mis intenciones contigo fuesen inocentes. La cama es tan cómoda, el calor de tu piel es contagioso. Las sábanas son tan suaves, y tus ojos, son tan hermosos. Lo quiero todo. Vas a disfrutarlo al final, lo prometo. Ya te lo dije, los muertos no dan besos. Y yo no pienso besarte.


***

Otra vez, estoy tomando el reto de escribir géneros que hacía mucho que no tocaba. Me he vuelto super inocente, no puedo ni mencionar la posibilidad de un encuentro sexy entre personajes sin llenarlo de eufemismos. Inserte risa de adolescente inmadura aquí. Quiero escribir de todo, así que voy a meterme en todas las iniciativas de escritura que pueda. 
Espero que lo hayan disfrutado.
La espera de Ury

La espera de Ury

02 agosto 2020

De diez noches, nueve eran puras pesadillas, una era olvido. En cada uno de sus días, la ansiedad y el terror no le daban paz.

Terror.

Terror.

El fin del mundo estaba cerca. La adivina del palacio jamás se equivocaba. ¿Quién era Ury para decir que iba a salir ilesa de semejante cosa?

Los reyes solo reían. Pero, en el fondo de sus corazones pequeños y secos como pasas de uvas debían temer, igual que ella. Comían como si nada los saciara. Organizaban fiestas secretas sin importar la gravedad de que la muerte se pudiese colar entre los invitados. Jugaban con la suerte, igual o peor de lo que lo estaba haciendo el pueblo ignorante.

¿Para qué educarlos? ¿Para qué decirles que se esfuercen en tratar de evitar el fin?

No era el caos lo que provocaba el miedo más profundo en Ury. Ella podía abrazar el desorden, la anarquía. Había nacido en ese mundo, igual que los demás. Lo escalofriante, que la perseguía hasta la cama, en la oscuridad que evitaba obsesivamente hasta cerrar los ojos del cansancio, era no saber cuándo. El péndulo oscilaba sobre aquel reino podrido. La hoz que recogería a todas aquellas almas perdidas que todavía se aferraban a sus cuerpos, esperaba en alguna parte. ¿Cómo no saber en dónde, qué momento, así se echaba a beber con los demás?

Ya habían pasado dos décadas desde la sentencia de la adivina. La cabeza de la mujer había permanecido clavada sobre una pica, en la entrada norte de la ciudad, durante más de un año antes de que algún loco se la llevara. Nada más había ocurrido. Ningún reino enemigo se había presentado. Ningún ejército había venido por sus tierras.

Y allí estaban, suspendidos en una condena sin ejecución.

Ury no escuchaba ninguna queja en voz alta, pero sabía que todos compartían la misma desesperación silenciosa. Las mismas pesadillas oscuras. La inquietud.

¿Dónde estaba la semilla de la destrucción?

Los primeros tiempos, antes de condenar a muerte a la mensajera del fin, el reino había buscado la posible causa de la extinción. Habían querido evitar aquello. Sin embargo, con el pasar de los meses y sin ver la desgracia prometida, algunos se habían relajado. Otros, furiosos y con ganas de ver que todo ardiera, provocaron otra clase de caos. Al final, las revueltas dejaron miles de muertos. Aquella sociedad había perdido todo lo que la había hecho civilizada, educada, avanzada, pacífica. De alguna manera, hasta los más altos funcionarios del rey se habían degradado a salvajes que no respetaban ni las leyes más básicas.

En cierta forma, el mundo que Ury conocía sí se había terminado. El terror lo había reemplazado por otro, mucho más antiguo, primitivo.

Por aquellos días, las cabezas que decoraban los muros de la ciudad capital eran demasiadas como para reconocerlas. La nube de moscas, el hedor, ya eran algo común. Los mercaderes de otras tierras se llevaron la terrible noticia y dejaron de venir. El caos había alejado a los más curiosos. Estaban solos.

Ury no quería verlo, pero en sus pesadillas ya podía entender. No tenía que esperar el fin. Ya había llegado. Se habían destruido a sí mismos. Se habían quitado todo lo que tenían. Y lo único que les quedaba era disfrutar de las sobras, mientras pudiesen. Hasta que algo los despertase de nuevo o los durmiese del todo, para siempre.


***

Chan chan channn… Volvieron los relatos tétricos al blog. (¿Alguna vez se fueron?).

Este lo escribí como parte del desafío de la cuarta semana de Gym para escritores, de Soñando uno de tus sueños. La temática era el miedo.

Me costó mucho pensar en algo digno para traerles con este reto, lo intenté varias veces en los meses pasados, pero siempre me salían cosas aburridas y auto-referenciales. Ahora pude llevarlo a un escenario ficticio, más o menos, sin dejar de expresar en algún que otro renglón lo que veo en este mundo de pandemia. Pero salió algo más entretenido que en versiones anteriores, así que me doy por satisfecha e inauguro de nuevo la ficción en El frasco de historias.

Basta de bitácoras. A escribir para entretenerme.
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