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Disfrutalo

Disfrutalo

22 junio 2019

disfrutaloEse día despertó sin que sonara la alarma. Abrió los ojos y el sol lo saludó desde afuera, sin un sonido de pájaros, sin el ruido de los autos ni de la gente, caminando al mercado como cualquier domingo.

Era él, con su tranquilidad y su silencio. El techo blanco de su dormitorio, la luz blanca del baño, sus ojeras en el espejo, la suavidad del cepillo lavando sus dientes. El agua, apenas hirviendo, sin el pitido de aquella pava insoportable que ella se había llevado al irse.

Disfruta el silencio, decía la camiseta elegida para salir.

En la calle, ni un alma. Solo los perros, que pasaban a su lado, tranquilos, indiferentes, hacia ninguna parte.

A él no dejó de parecerle extraño que la fuente de la calle principal estuviese detenida. Como el
tránsito. Como esos niños, en la vereda del frente, que parecían estatuas. Como esas mujeres, que solo posaban junto al semáforo.

El shopping estaba abierto. Él no tenía ganas de cocinar. Se encontró caminando entre las vidrieras llenas de vestimentas que él no usaría, joyas que ella ya había devuelto, juguetes que nunca serían relevantes en sus sueños. Debía ser temprano, ya que era el único. No se veía ni a los vendedores.

Era él, con su corazón latiendo tranquilo, sus oídos en paz, su boca cerrada para nunca más repetir aquellas palabras.

Y esa mirada. Esa cara tan familiar.

No podía ser.

Tuvo que detenerse.

Pensó que se había equivocado. Pero allí estaba, detrás de la vidriera. Miró hacia todos lados, esperando que alguien saliera desde atrás de los puestos de bijouterie y riera. Sin embargo, siguió allí solo.

Se acercó más. No había dudas. El maniquí tenía su cara.

Y no solo era ése. Todos los muñecos vestidos con esa ropa que a él le costarían meses de su salario tenían sus ojos, su boca, su pelo.

Quiso gritar, reírse, exigir una explicación. Pero él lo había pedido. Ése había sido su deseo. Estar solo y que nunca más nadie pudiese molestarlo. El genio de la lámpara lo había cumplido. Su vida nunca había sido más silenciosa.

Ahora se había pasado de asqueroso. ¿Por qué? ¡Había sido ideal! ¡Había sido la mejor inversión del mundo comprar esa lámpara vieja por internet! Se quitó una zapatilla y la estrelló contra el vidrio hasta romperlo. Nadie vino a detenerlo. Pero los maniquíes con su cara se multiplicaban, por donde él mirara.

Ahora entendía. Siempre había letra chica en los deseos, el genio lo había dicho antes de esfumarse en esa humareda blanca.

Como su molesta ex novia. Como su odiosa mascota. Como sus jefes, su familia, su suegra gritona y su mundo de entrometidos.

Ahora estaba bien. Era él, con sus calles, sus casas vacías, su falta de objetivos y presiones, la falta de sus amigos que preguntaran estupideces y de negocios que vendieran porquerías que a nadie le hacían falta. Ya solo sería él. Y su cara. Su cara por todas partes.

***
Esto quiso ser una mezcla de dos consignas: la del Reto juevero de La trastienda del pecado y la del reto semanal # 22 en Sueños de Tinta. Creí que había salido bien, pero luego vi el conteo de palabras y me había ido mucho más allá de las 350. Perdón Magade. 
Igual presento mi link, pero entenderé si no entro en el listado de esta semana. Intenté recortarlo lo más posible. La próxima voy a tener más presente el límite. 

Sobre la temática, en mi familia y amigos se ha dado una serie de separaciones. Este personaje es una mezcla de todos nosotros, una especie de chiste interno sobre algunas cosas. Sin embargo, creo que hay mucho de bueno en saber cuidarse y valorar el silencio y la soledad. Así que este relato no es una crítica. Es más bien la exageración de algún miedo sentido y escuchado también en alguna confesión. 

Un abrazo a todos y que tengan un buen fin de semana.
Mood

Mood

17 junio 2019

Meditó, por cinco días con sus noches. Escribió cada detalle de su premonición, sentada en su balcón, bajo la luz de aquella luna roja y sus estrellas parpadeantes en todos los colores. Soñó, echada sobre la piedra ceremonial, que sus palabras servían de algo y que los sabios la entendían. Mas no lloró cuando la ejecutaron por hechicera. A la mañana siguiente, desde el interior del sol negro de su profecía, el mundo era conducido al caos.

Palabras del reto de este mes: Estrellas, interior, conducido.

Microrrelato para las cinco líneas de junio de Adella Brac.


Tarta de verduras a la «qué pasó, caramba»

Tarta de verduras a la «qué pasó, caramba»

15 junio 2019

delicioso reto jueveroINGREDIENTES:

PARA LA MASA
Compre una pascualina del super. Le abre el plástico, la saca y ya está. Mire qué fácil.

PARA EL RELLENO
- 2 cebollas chicas. O una grande. Si no le gustan las cebollas, olvídelo.

- 1 paquete de acelga. O espinaca, si prefiere.

- 1 pimiento morrón rojo. O verde. Si consigue amarillo, da igual. O esos ajíes enormes que venden por ahí a veces, que pareciera que lo van a matar a uno de indigestión pero en realidad tienen menos picante que mi rutina diaria.

- Si no le gusta ninguna de esas verduras, qué le puedo decir. Vaya y busque algo que entre en una pascualina y cuando lo tenga me avisa.

- ¿Ya está? No, saque al gato de ahí. Continuamos. Cuatro huevos.

- Condimentos a gusto. Y tenga a mano el teléfono, por las dudas.


PREPARACIÓN
1- Asumiendo que ya le puso la masa pascualina del super al molde aceitado, prenda el horno. No muy fuerte.

2- Corte la cebolla, en cuadrados pequeñitos, mientras susurra canciones de amor a la pobre para que no lo haga llorar mucho. Usar antiparras durante el proceso ayuda también.

3- Haga lo mismo con el pimiento o el ají enorme. Pero a ésos no les hable. Ni siquiera los mire más de lo necesario. Todos los días se escuchan historias horribles de gente que ha observado de frente a esas terribles verduras, mientras intentaba cocinarlas.

4- Hierva la acelga o la espinaca —o lo que sea que haya conseguido para el relleno—. Y saque a ese gato de ahí, sea serio.

5- Mezcle todo en la sartén, con los condimentos y el huevo. Si le va gustando cómo queda, bien. Si no, siga intentando. A mí no me pregunte, que yo con un caldito de esos que saborizan ya estoy hecha.

6- Meta el relleno encima de la pascualina y luego ponga la tapa superior, para cerrarla. ¿No le gusta así, la prefiere abierta? Allá usted. Y ya le dije que el gato le iba a arruinar la comida, basta de chistes.

7- Hornear durante unos 40 minutos, o hasta que la masa esté dorada. Es decir, no espere que brille el horno. De ver un resplandor real en su comida, llame a los bomberos.

8- Saque el hermoso resultado de esta aventura culinaria. Espere un poco a que se enfríe, no sea ansioso. Corte la primera porción y pruebe el delicioso sabor del esfuerzo.

9- Guarde todo en la heladera y pídase una pizza. Alguien querrá comerse ese desastre otro día.

***
Pequeña deformidad escrita para el reto juevero de Notas desde el fondo de mi placard. Espero llegar a tiempo, hace rato que intento participar y se me pasan los días. 

Luego de mi tercera mudanza en el año (excusas, excusas), de a poco creo que me estoy acomodando. Lo mismo, si mi vida ahora tuviera cara, se la golpearía un ratito.
Mini homenaje a mi adorado Alejandro Dolina. Amé sus instrucciones para abrir el jabón Sunlight. 
Voy a pasearme por los blogs amigos. Cómo los extraño a todos.
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